Las situaciones en los Estados Unidos y el Reino Unido son diferentes.
Estados Unidos ha erigido un Muro de Berlín económico en forma de un impuesto de salida y poderes fiscales de gran alcance, que extiende su jurisdicción más allá de sus propias fronteras. Los ciudadanos estadounidenses son responsables ante el gobierno federal donde sea que elijan vivir, por lo que la emigración tiene pocos beneficios para ellos.
El Reino Unido otorga mucha más libertad a sus ciudadanos a este respecto. La experiencia del Reino Unido durante las décadas de 1960 y 1970 sugiere que la fuga de cerebros es un fenómeno muy real y volvería a ocurrir si los impuestos volvieran a los niveles observados en ese momento. Actualmente hay una fuga de cerebros fuera de Francia (gran parte en el Reino Unido) como consecuencia de las políticas de François Hollande.
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Sospecho que EE. UU. Podría aumentar considerablemente los impuestos sin perder demasiado capital humano debido a su aislamiento geográfico y las leyes fiscales no liberales. Lo mismo no es cierto para el Reino Unido, cuyos ciudadanos pueden elegir residir fuera de su jurisdicción fiscal (por ejemplo, en Mónaco, Jersey o la Isla de Man) y tomar un vuelo corto a casa cada dos fines de semana para pasar tiempo con amigos y familiares.