Con una economía dirigida por el estado, presupone que quienes dirigen el estado pueden saber mágicamente cuáles son las preferencias individuales para todos sus ciudadanos. Como no hay semidioses en el cargo electo, es imposible que lo sepan. Sin embargo, esto no impide que los funcionarios estatales intenten coordinar la economía.
El mercado es coordinado por actores, mientras buscan su felicidad a través del intercambio voluntario … mientras usan el sistema de precios. Los precios son fundamentales para este proceso de coordinación. Los precios son medios para que los actores cuantifiquen el valor subjetivo. Los precios son como mensajeros para los actores de Econ en el mercado que ayudan a los actores a tomar las decisiones adecuadas para validar el bien o servicio en las transacciones. Sin algún tipo de sistema de precios, los recursos no se destinan a sus usos más elevados.
Cuando el estado intenta planificar centralmente una economía, dado que estos individuos no son semidioses, empeoran las cosas. El estado no utiliza un sistema de precios para asignar recursos a sus usos más altos. Por lo general, se basa en lo que satisface los intereses de aquellos en el poder.
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Ejemplos: crisis de gas de los años setenta. Cuando el gobierno intentó planificar la economía estableciendo controles de precios, las líneas de gas estaban a la vuelta de la esquina.
Obamacare: el gobierno intentó expandir la estructura actual de Medicaid, y el presidente prometió una disminución del 3000% en las primas, ocurrió lo contrario.
Estos dos ejemplos son solo algunos de los muchos fracasos de cuando el Gobierno intenta planificar una economía, pero se producen los resultados opuestos de los objetivos.